miércoles, 16 de marzo de 2011

El club de lectura I .-

La reunión del club de lectura había llegado a su fin.  Hoy se le había hecho especialmente larga.    Pero no todo el mundo se había levantado de su asiento y salido de la sala.  Ella, la chica joven de la primera fila, permanecía pegada a la silla, cruzada de piernas y con la misma mirada fija y penetrante que había tenido en todo momento.  En clara alusión poética a lo recitado, se dirigió a Arturo.  El tono de su voz era dulce y preciso, pero también enigmático y sensual.  
-         ¿Cuál fue la última vez que viste a tu sombra?
Él quedó atrapado en un momento impreciso de atracción mutua.  Era la primera vez que la veía en una reunión del club.  La observó con detenimiento, y cuando el silencio comenzaba a molestar, respondió pausado y sugerente algo que con certeza no había tenido que pensar mucho.
-         Realmente no lo sé.  Creo que nunca me he fijado en ella.  No suelo prestar atención a quien no da la cara, a quien te sigue pegado a los pies carente de la valentía para plantarse ante ti, y sin escudarse en nadie, decir claramente lo que siente.
Ella hizo amago de levantarse, pero en lugar de eso, se apoyó sobre la rodilla y puso un dedo sobre sus labios.  Se miraron despacio durante un minuto eterno.
-         ¿Dónde estará ahora el agua con que te lavaste la cara esta mañana?- preguntó ella provocativa, mientras acariciaba su cuello.
-         Llevo varios días sin lavarme pues solo el alcohol y el tabaco saben abrirme los ojos, no necesito agua ni jabón.  Procuro salir de noche, a clubes donde oculto mi cara sin rasurar y mis pómulos desaseados.- Contestó Arturo al mismo tiempo que con pasos cadenciosos se acercaba hasta ella. - Creo que esta es la mejor manera de evitar el espejo de las miradas ajenas.
Cuando llegó hasta su asiento, ella ya se había puesto de pie, y la esperaba receptiva.  Comenzaron a besarse de forma salvaje mientras se revolvían el cabello y buscaban lugares que acariciar con sus manos.
-         Bueno, y ahora vamos a dejarnos de poéticas trascendentales, que hoy estoy ya un poco saturado.- Interpeló Arturo mientras la apartaba un momento de su boca.- Vamos a lo que vamos: ¿en tu casa o en la mía?
Ella igualmente lo alejó de forma brusca, cogió el bolso que había caído al suelo y rauda sacó un par de preservativos que mostró descarada ante sus ojos.
-         ¿Y por qué no aquí y ahora?- respondió ella toscamente mientras desgarraba con los dientes una de las fundas.

2 comentarios:

  1. El final me ha robado una carcajada.

    Quizá cuidaría un poco más los diálogos. Tal vez los haría incluso más pedantes todavía, posiblemente con citas de Berkeley o Schopenhauer, para que el contraste fuera mayor.

    Ahora te contesto a tu pregunta. ¿Por qué dejé de escribir el blog? Sobre todo, por que me cansé, pero si quieres más detalles, en cuanto quedemos todos a una tomar unas birritas, te doy más detalles.

    Saludos

    El lobo feroz

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  2. Seguiré tus consejos lobo feroz y los aplicaré para mis siguientes clubs de lectura. Este era el primero, en los siguientes pasarán más cosas.
    Gracias.
    A esas birritas te invito yo. No puede dejar de escribir alguien que lo hace tan bien.
    Saludos,
    El soldado del frente.

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